jueves, 16 de octubre de 2008

Y luego entonces...?

Pues bien, entonces como es que se solucionan todas estas historias de tristeza, soledad, melancolía, frustración, desesperanza y sobre todo... dolor...?

¿Qué se hace cuando llueve y viene a la mente los recuerdos de la infancia? ¿Qué se hace cuando los hijos están enfermos?, ¿Cuando los recuerdos provocan que las heridas se vuelvan a abrir?

Es entonces cuando lo único que queda es aferrarse a las bellezas de la vida, a sentir la brisa en la cara, el calor del sol en la espalda, cuando hay que volver los ojos a los colores de la vida; sí de esa vida simple que la mayoría hemos olvidado en aras de la rápida vida cotidiana; aquella que los orientales siguen cultivando y siguen amando el sabor de un té verde, el como se inflama la lengua con lo caliente y el pecho se llena de un calor purificador, capaz de atraer la mayor relajación, de como el cerrar los ojos después del primer trago brinda una dimensión extraña, como si el alma se volviera más amplia, como si se expandiera.

La última vez que tomamos té fue de manera rápida y sin saber siquiera de qué era, si era hierba o raíz, flor o compuesto.

Detengámonos pues un minuto en nuestra ajetreada vida, o bien, en nuestra "triste "vida de espera a la muerte, y respiremos profundamente, hasta sentir que los pulmones nos van a reventar dentro del pecho, hasta sentir que la traquea choca con el cuello, hasta sentir que el cuerpo es un límite transparente, fácil de sobrepasar, para así, de esta manera, trasgredir nuestras fronteras y permitir que el espíritu camine en la dirección correcta. .:-x

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