sábado, 25 de octubre de 2008

Princesa...

Entre la cirrosis y la sobredosis, andas siempre muñeca,
con tu sucia camisa y en lugar de sonrisa una especie de mueca,
¿cómo no imaginarte, cómo no recordarte hace apenas 2 años?
cuando eras la princesa de la boca de fresa,
cuando tenías aún esa forma de hacerme daño...

Maldito sea el gurú, que levantó entre tú y yo un silencio obscuro,
del que ya sólo sales para decirme," vale, dejame 20 duros";
ya no te tengo miedo nena, pero no puedo seguirte en tu viaje,
cuantas veces hubiera dado la vida entera porque tú me pidieras:
llevarte de equipaje...!

Tú que sembraste en todas las islas de la moda las flores de tu gracia
¿cómo no ibas a verte envuelta en una muerte con asalto a farmacia?
¿con que ley condenarte si somos juez y parte todos de tus andanzas?
sigue con tus movidas reina, pero no pidas que me pase la vida
pagándote fianzas.

Ahora es demasiado tarde princesa, búscate otro perro que te ladre princesa....

Joaquín Sabina escribió esta canción hace ya más de 15 años, para cualquiera de nosotros, que hayamos estado al borde de la cirrosis o la sobredosis es un mundo muy muy conocido.
¿Cuántos de nosotros no tuvimos el mismo ángel con diferente faz? Ese ángel que siempre pagaba nuestras fianzas o acaso nos daba un baño tibio, (más frío que caliente) para quitarnos la borrachera o hacernos reaccionar del estupor de las drogas en nuestro sistema.
Ese ángel, que de manera cruel nos tallaba la piel vigorosamente para hacernos reaccionar y luego con todo el amor nos metía en su cama para que descansáramos.

Cuando ese ángel nos abandonó fue el momento decisivo en nuestras vidas, o tocábamos fondo al vernos solos por primera vez o bien nos hundíamos más.
Cuando entre lágrimas nos abandonó y nos dijo que estaba hart@ de curarnos las heridas y de sacarnos del atolladero; cuando nos explicó que el seguir a nuestro lado le significaría morir antes que nosotros.

Su mayor prueba de amor fue esa, no llevarnos de equipaje, dejarnos a que la necesidad de su presencia nos obligara a pedir ayuda, a dejar el alcohol o las drogas.

Curiosamente, las menos de las veces ese ángel tiene cara de padre o madre, a veces ni de hermano, las mayoría de las veces es alguien que siempre amó y jamás fue visto, alguien que tendría la suficiente fuerza como para sacudirnos sin llorar, para abofetearnos sin compasión o bien para ser arrastrado a nuestro noveno círculo del infierno, sin chistar, sólo por amor...

Gracias, mil gracias porque sin esos ángeles que lloran en silencio no estaríamos en este momento luchando contra mil cosas más...

Gracias por no permitir que buscásemos otro perro que nos ladrara y seguir ladrándonos.

2 comentarios:

  1. Tal vez no lo sepas, pero soy adicta a Sabina y curiosamente muchas de sus letras describen instantes de mi vida.

    Princesa, es por supuesto una de mis canciones preferidas y fijate que nunca habia analizado desde el lado de ser un ángel, más bien creo que pasan los años, tomamos caminos diferentes y en honor a los buenos tiempos pasados, nos quedamos ahi, tratando de ayudar y creo que es valido aunque no lo más sano.

    Imaginando que un día las cosas volveran a ser como antes. Y claro uno se da cuenta que "ahora es demasiado tarde..." Que besar esos labios ya no es como antes, ahora saben distinto, la mirada es distinta, cuesta trabajo ver el reflejo en esos ojos que tanto se aman.

    Y si, es muy díficil decir: "Ya no puedo seguirte en tu viaje"

    ResponderEliminar