jueves, 9 de octubre de 2008

Gracias...

Cuando somos niños siempre nos dicen, "dí por favor y da las gracias", cuando somos niños volteamos a ver a quien nos lo dice con una cara de extrañeza, como si nos estuvieran hablando en arameo o alguna otra lengua muerta.

A los niños el agradecimiento se les da por naturaleza, no necesitan de formulismos, sienten lo que hacen y viceversa




Cuando uno crece las "gracias" como nos decía mamá se convierten en un mero formulismo, poco a poco la palabra se va vaciando y deja de tener sentido.


El agradecimiento se vuelve algo que pretende alcanzar uno día a día, no es sólo el decirlo, es lograr sentirlo.


Cuando se vuelve uno adulto decir gracias no es solo a base de palabras, se da con hechos y actos, un abrazo, una llamada, el organizar las comidas de los cumpleaños y aniversarios de los familiares y amigos, sobre todo de los amigos pues estos últimos se convierten en los hermanos del corazón.



Cuando uno crece el agradecimiento se vuelve tan efímero como un escrito en la playa, es fugaz, en cuanto llega la ola se borra y se la lleva, pero lo que deja en el alma es para siempre: cada vez crece más el alma.

Al decir gracias, de cualquier manera, siempre se produce una reacción en cadena, decir "gracias" produce agradecimiento en el otro y en el otro y en el otro...

Por eso nuestras madres siempre nos decían :"dí por favor y gracias"

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