martes, 14 de octubre de 2008

La noche eterna...

Ninguna mujer, ni ser humano debe pasar; el horror de ser un objeto, sentir como la crueldad llega al sumum, paladear el miedo mientras te sepultan vivo; saber que si te mueves, pierdes la vida, escucharlo jadear mientras en la garganta se ahoga un grito, revuelto con tus lágrimas y tu propio asco.Sentir de la forma más dolorosa, lo que debiera ser el placer infinito de la entrega...Suplicar calladamente porque termine lo más pronto posible, parece una vida completa, por qué no se vá? preguntas en silencio, mientras le escuchas la voz asquerosa balbucear un sinfín de palabras confusas ya a la memoria.Cuando finalmente se retira... no sabes definir entre el dolor físico y el moral, estás muerta, condenada a una noche eterna...Pero lo peor viene después, cuando no puedes asomar la naríz a la puerta porque tienes miedo que regrese, cuando te aterra tomar el metro, cuando en cada hombre lo ves. Ahora dependes de la paciencia de tus amigos para intentar sanarte, tal vez no del todo, pero ya han logrado que vuelvas a la escuela.Lo peor es cuando intentas volver a hacer el amor, ya no eres la misma, jamás volverás a serlo... Te ha convertido en su prisionera, has aprendido a disparar un arma de alto calibre, tienes permiso para ello, te sabes todas las técnicas de defensa personal y estudias un arte marcial; además sabes bien ahora como matar a una persona.Pero el tiempo todo lo cura o cuando menos lo suaviza, lo cicatriza, aunque la cicatriz sea queloide y enorme, forma adherencias en el alma...Poco a poco el tiempo difumina la faz, el timbre de la voz y, afortunadamente, el olor...La vida sigue su curso y a veces compensa, porque entrega lo que faltó en el momento.Es terrible cuando nadie te cree, pensando que es imposible porque no te molieron a golpes, es más ni un moretón te dejan, el estudio del médico legista no decía lo mismo: Abrasión, desgarres y hematoma por penetración vaginal... un término muy largo para describir a un animal.
Cuando el tiempo pasa, intentas retomar tu vida y caminar en sentido opuesto, encuentras el perdón, primero a tí, luego a él y por último al que no supo estar.Caminas y empiezas a amar y a creer de nuevo en la humanidad, aceptas trabajar para ella, para intentar que nadie lo tenga que pasar alguna vez.

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