lunes, 3 de noviembre de 2008

Tiempos

Hoy leí un artículo en donde una mujer relata como se volvió la prostituta de su marido después de 12 años de matrimonio.
No, no piensen mal, es algo mas sencillo que lo que sus mentes están maquinando,-esta mujer después de hartarse de ver como su marido pasaba horas y horas (y cheques y cheques) con otras mujeres se puso a investigar cuál era la tarifa promedio de una trabajadora sexual y por cuantas horas se da el servicio.
Una vez terminada su investigación, se lanzó a la tienda de corsetería y le ofreció sus servicios al marido; él, por curiosidad supongo, los aceptó y sorpresa, hallaron una forma de redescubrir su sexualidad; en los hoteles de paso no hay hijos, no hay suegros, no hay facturas que pagar (más que la de ella).
Esto mismo me recordó un corto que vi hace años en el cine, en donde una mujer llega a un hotel de paso y la recepcionista le dice que ya la están esperando; después de horas deliciosas, sale, envuelta la cabeza en un pañuelo, de regreso a su casa, justo a tiempo para preparar el desayuno de sus tres hijos, su marido y su mamá.
En pleno desayuno, de un cuarto redondo, la mamá reniega que no sabe a donde se meten, que cada mes es lo mismo, que se van y nadie sabe donde están; la cámara panea y toma al cornudo marido, que no es otro que el amante furtivo de la noche anterior; sí, el que la espera cada mes en el mismo hotelito.
Tiempos es lo único que necesita una pareja para sobrevivir, ni lujos, ni apariencias.
Tiempos para ellos solos, para entregar el alma y fundirse en ella.
Tiempos para desterrar el miedo a que si no se tiene el cuerpo perfecto, a que si gritas te van a oír, a que mañana hay que pagar la luz...
Tiempos, lo más sencillo y lo más complicado.
Atrévete a darte tus tiempos.

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