lunes, 16 de febrero de 2009

Terry

Hace casi once años me encontré en una oscuridad profunda, rodeada de recuerdos y medicamentos, la tristeza se había apoderado de mi vida.
Mi pareja, so pretexto de que nuestra hija tuviera con quien jugar, trajo a casa un perro, un schnauzer mediano; la niña se enamoró de inmediato de él, era momento de darle nombre al nuevo miembro de la familia. Necesitaba un nombre corto, pero firme, su carácter no era débil.
Así es que Terry se le llamó,porque a final de cuentas, yo quería un scotish terrier y los más cercano era Terry.
Se convirtió en mi fiel compañero y guardián, cuando salíamos a pasear con la niña no permitía que alguien se le acercara.
Era travieso a decir basta, un día mordió y mascoteó el bajo alfombra de la sala, por supuesto no pudo digerir tantas fibras sintéticas, así es que tuvo pancreatitis y hubo que internarlo, operarlo, casi muere; superado el trance,siguió creciendo.
Soportó la llegada de otro gato y otro bebé, durante el embarazo se mantuvo a mi lado, cuidando de todo el proceso.
Mi embarazo no fue fácil, así que pasé mucho tiempo en cama, él no le permitía el paso a nadie, se apostaba en la entrada a la habitación sin que nadie consiguiera removerlo de ahí.
Soportó la llegada de otro cachorro para compañía de los hijos; jamás mordió a uno de ellos, aún cuando le quitaran la cama, la comida y los cariños.
Hoy, enfrenta un tumor en la mandíbula que lo pone en riesgo de padecer cáncer y esta condición en los animales es imposible de curar.
Me pregunto cuanto me va a acompañar aún; sé que el día de la eutanasia deberá ser en su casa y mediante mi mano, en un lugar conocido,con un aroma conocido hasta que las sombras lo cubran y después...la nada.
A seguir caminando con su ausencia y su recuerdo permanente.
Mi buen Terry, gracias

1 comentario:

  1. Terry, Pichirilo, o cualquier otro nombre..., no de mascota, sino de un miembro más de la familia. Aquel que nos acompañó por un tramo de nuestro largo del camino en la vida; que compartió juegos, alegrías, esperanzas, tristezas,... porque a veces a ellos les contamos lo que no nos atrevemos a decir a otros seres, o... que simplemente perciben nuestro estado de ánimo y se recargan en nuestras piernas y a veces hasta en nuestros hombros y nos miran como queriendo decirnos "estoy contigo". Más de lo que muchos humanos harían.

    Asi como ellos nos acompañan, somos muy pocos los que los acompañamos al marcharse, los que luhamos por sus vidas y nos aferramos a la "bendita ignorancia", esperanzados en el "no va a ocurrir".

    Y cuando se marchan, también dejan un gran vacío, vacío que como con los seres queridos, nunca se cierra...

    Por todos aquellos seres no humanos que nos acompañaron... gracias.

    ResponderEliminar