martes, 2 de junio de 2009

Designios

Ayer me topé con una llamada de alguien muy muy querido para mí, cada que inicio con esta frase me pienso si no resultará que los pocos registrados en mi agenda, resultan ser "muy muy queridos", pero eso no importa ahora.
Su voz resultaba angustiada, triste y cansada, la última vez que hablamos fué hace como 10 días y todo resultaba igual, las bromas, los juegos, la vida misma.
Esta vez todo iba a cambiar, me llamó para decirme que a su sobrina le han dado un diagnóstico muy duro, tal vez definitivo y fué de la nada; de esas enfermedades silenciosas, que brindan síntomas sólo cuando ya no hay mucho por hacer.
La noticia me estremeció pues su sobrina no rebasa los 10 años.

Tras decirle que todo iba a estar bien, que rezaríamos y haríamos todo lo médica y espiritualmente posible, me senté en una banca en el parque,viendo a los niños y a las palomas; a mi mente molesta e iracunda no pudo dejar de llegar el pensamiento de si los niños cuando son profundamente amados es cuando mueren; mi alma empezó a luchar contra mi mente por obligarla a dejar de tener razonamientos tan derrotistas y conformistas.
Me quedé en esa lucha hasta que me percaté que el parque estaba vacío y yo empapada por la lluvia...
¿Cómo puede una criatura así padecer de esta manera?
¿Qué más tenemos que aprender? Si hago la cuenta de cuantos niños he enterrado, ya la pierdo, y me niego rotundamente a perder a ésta también!
Reza un adagio que cuando a Dios se le acabaron los santos, entonces y sólo entonces inventó a los médicos.
Es un honor muy difícil de cargar, ser instrumentos nos obliga a doblegarnos a Su voluntad y a su Sabiduría, aprender a aceptar es lo más complejo, es lo que a veces nos lleva a colgar la bata y el estetoscopio, no crees?
Por supuesto que no me cruzaré de brazos, acaso eso sea lo que debo aprender a aceptar en lugar de iniciar una lucha encarnizada contra Dios.

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