Soy yo, la causa de su estilo, la razón de su sinrazón,
el espacio que no brinda fácilmente...
Soy lo que la ha encadenado al pasado y la alimenta hacia el futuro.
Soy aquello que la sostiene, la detiene y al mismo tiempo la derrumba y la aniquila.
Soy lo único que le queda de aquéllos días, aparte del dolor y el miedo permanente.
Soy lo que ha buscado en cada par de ojos y que jamás volvió a encontrar.
Soy su pena y su orgullo.
Su cárcel y su libertad.
Soy su soberbia y su humildad.
Soy lo que nadie entiende y todos conocen, soy lo que no tiene nombre y todos llaman...
Soy su profesión y su insistencia, su secreto mejor guardado, aunque sea a voces hirientes.
Soy su inspiración desde antaño y su deseo claudicante,
Soy lo que la aleja de sus afectos y lo que le permite acercarse a otros.
Soy sus deseos de vivir y de morir fundidos en uno sólo, caminar...
Soy lo que le nubla la vista y le aclara el alma
Soy lo que obstruye su pensamiento y despeja su sentimiento...
Soy su pareja y sus hijos en riesgo,
Soy su familia en plácido sueño...
Soy su apego mayor
Soy su amanecer en el campo y su anochecer en la ciudad.
Soy todo lo que los demás quisieran arrancarle, pero nadie sabe a bien cómo.
Soy sus recuerdos y su esperanza,
hasta que acepte dejarme ir...
El valor de los recuerdos, y el peso del pasado, siempre es tan grande y tan pequeño, que en un momento de gloria nos tira... y cuando ya no podemos más nos eleva por los cielos y nos mantiene adelante...
ResponderEliminarRecuerdos, esperanzas, principio y fin... que se irán cuando nosotros nos vayamos... al fin.
OIA
Hermoso, querida Ana.
ResponderEliminar"Soy... no sé", como dijo un maestro budista.
Un fuerte abrazo y feliz semana.
Mil gracias Javier,
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