jueves, 13 de mayo de 2010

NAMASTÉ (Le)

Tu mundo y el mío son tan diferentes... tan parecidos en realidad; y esa dualidad es la que nos ha llevado a experimentar.

Experimentar tristezas y desengaños, amarguras y sinsabores, la que no nos permite ser, ni tampoco dejar de ser.

Aferrarme a tí, como si me pertenecieras, sin darme cuenta que eres un paso más de mi vida, justo como lo soy yo de la tuya.

Empezar a cerrar los ojos y escuchar atentamente las verdades del alma, que no  las de la mente; ésas que profanan el amor verdadero.

Liberar, que no abandonar, acompañar, que no esclavizar.

Vibrar en el entendido que nadie vive lo que no le toca vivir, que nadie llora lo que no le toca llorar.

Comprender que el dolor es aprendizaje, y éste, a su vez es liberación y purificación del karma arrastrado.

Nada me dolería más que perderte, pero si eso has escogido para liberar tu alma, te acompañaré en el camino, aún cuando mi alma se pierda por acompañarte.

Y uniendo las palmas, con profunda serenidad, te entrego el alma y la vida misma, en la exhalación pura:
NAMASTÉ:
Yo honro el lugar dentro de ti donde el Universo entero reside. Yo honro el lugar dentro de ti de amor y luz, de verdad, y paz. Yo honro el lugar dentro de ti donde cuando tú estás en ese punto tuyo, y yo estoy en ese punto mío, somos sólo Uno

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