Fuiste mi ave encantada, mi motivo de lucha interna,
intrínseca y cruel, mas justa y sana.
Con la despedida te convertiste en mi lucero, alumbrando mis noches obscuras,
mis días de llanto.
Jamás te volví a encontrar en alguien; aunque caminabas a mi lado, despeinando mi cabello.
Viví a tu lado, creí morir igual.
Tu ausencia presente me enseñó...tu presencia ausente me alentó.
Hace una década, dos lustros o diez años.
La mayoría se ha olvidado.
En mí tu vuelo no se ha detenido, porque estás conmigo,
aunque no estés conmigo
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